El arraigo laboral entró en vigor el pasado 7 de agosto y desde ese día este procedimiento está pasando sin pena ni gloria por las expectativas de los inmigrantes de Andalucía. El Gobierno ha prodigado las bondades de una vía de regularización que tiene todos los ingredientes necesarios para atragantar al inmigrante.

Este nuevo mecanismo hunde sus pies en una falta de realismo sorprendente por varias razones. Demostrar un año de relación laboral cuando no existe documento oficial de por medio se convierte en una odisea para los miles de inmigrantes que han quedado fuera de la normalización. Entre otras cosas, porque el único modo que tiene el inmigrante de demostrar esa relación es denunciar al empresario para el que trabaja o la existencia de un acta de Inspección de Trabajo que certifique que lleva en ese puesto al menos un año. Consecuentemente, el Ejecutivo vuelve a colocar al inmigrante en un duelo contra su empresario para poder acceder a la documentación, y vuelve a abrir una brecha entre la sociedad de acogida y los extranjeros, haciendo dejación de su función, que no es otra que la de detectar eficazmente la explotación laboral. La segunda posibilidad, la Inspección de Trabajo, no es precisamente un servicio en la que depositar toda nuestra confianza. Los propios inspectores denunciaron la imposibilidad de llevar a cabo el volumen de controles que el ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Jesús Caldera, anunció en su día.

A falta de noticias del Gobierno, la denuncia y la inspección son las únicas soluciones para aplicar el arraigo. Y lo más curioso es que a pocos días de cumplirse un mes de su entrada en vigor, el Gobierno de Zapatero aún no ha publicado instrucción alguna que concrete las pruebas y articule mecanismos más realistas que faciliten con flexibilidad el acceso al arraigo. Esto y la ausencia de información sobre esta vía hace aún más difícil que la población inmigrante baraje el arraigo laboral como una posibilidad real.

Desde la Federación Andalucía Acoge, mucho nos tememos que el arraigo laboral quede en agua de borrajas y cuente con los dedos de la mano las personas que puedan acogerse a él. Una vez más, el Gobierno socialista se instruye en sus artes de anunciar con poco acierto montañas que quedan en granos de arena.

El arraigo laboral no es más que un nuevo eslabón en la cadena de despropósitos legales que intentan parchear uno de los grandes vacíos de la política española. Es necesaria una gestión inteligente de la realidad migratoria, destinada a favorecer la integración de la población inmigrante en la sociedad con todos los derechos y deberes propios de cualquier ciudadano.

Abderrahmane Essaadi
Presidente de Andalucía Acoge

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