COMUNICADO DE MOTRIL ACOGE

El pasado 16 de diciembre llegaron a la estación de autobuses de Granada, más de cuarenta personas de Guinea Conakry, Costa de Marfil, Mali y Senegal, que habían desembarcado en los puertos de Motril y Almería. Tras pasar el tiempo pertinente en los centros de internamiento (mal llamados de acogida) de esas localidades, se les entregó una orden de devolución, se les montó en un autobús y se les abandonó a su suerte.

Desde la Asociación Motril Acoge hemos denunciado en varias ocasiones el abandono en plena calle de personas migrantes que habían llegado en patera a nuestra localidad, dejándolos totalmente desprotegidos. Esta situación, lejos de solucionarse, como vemos, se está repitiendo cada vez con más frecuencia, pero con el agravante de que se les monta en un autobús para mandarlos a Granada y quitarse el problema de encima.

Nos parece una situación que no se puede normalizar, y queremos denunciarla, porque:
– Esas personas quedan totalmente desamparadas, sin recursos ni apoyo institucional alguno.
– Vayan a donde vayan, vivirán con el miedo de que en cualquier momento las autoridades los pueden detener y devolver a su país.
–  Al no disponer de permisos, pero tener que buscarse la vida, quedan a merced de cualquier persona sin escrúpulos que quiera aprovecharse de ellos y explotarlos de cualquier manera.
– Es una prueba más de la doble moral de nuestros gobiernos, locales, nacionales y europeos, que han dejado de lado los Derechos Humanos y muestran una gran pasividad ante las situaciones de desamparo de las personas migrantes, cuando no las provocan ellos mismos.

Tenemos que agradecer que la mayoría de los migrantes de los que hablamos han sido acogidos y atendidos por comunidades religiosas y personas de buena voluntad, que los han ayudado para seguir su viaje o los siguen ayudando para que organicen su vida aquí. A pesar de que, según la legislación vigente, eso no está permitido y es un acto delictivo.

Ante estas situaciones, desde Motril Acoge, seguimos reclamando un cambio en la manera de abordar el hecho migratorio:
– Con una cooperación y unas políticas comerciales con los países de origen que de verdad los ayude a desarrollarse de manera sostenible y real, para que quien no quiera, no tenga por qué salir de ellos.
– Sin embargo, también es necesario reconocer que migrar es un derecho, y se tiene que asegurar a través de los consulados y embajadas, que se haga de forma segura y regulada, con visado y permisos, para que las personas migrantes no caigan en las manos de mafias ni de gente que los explote.
–  Y ante las situaciones concretas de las personas que llegan, hay que atenderlas de manera integral, con mecanismos que les permitan ejercer sus derechos e integrarse de forma plena en su nueva sociedad de acogida.

No podemos olvidar lo realmente importante: los derechos de todas las personas, por el hecho de serlo. Las personas tienen que ser el centro de todas las actuaciones de las instituciones y gobiernos, a todos los niveles.

Migrar no es un delito, sino un derecho. Ningún ser humano es ilegal.

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