Ilustración y diseño: Catalina Medarde

Este 2019 ha sido un año especialmente complicado y muy marcado por un claro retroceso en los derechos de las personas migrantes. Sigue siendo necesario el 18 de diciembre como Día Internacional de las Personas Migrantes para ayudarnos a recordar que las migraciones son una parte imprescindible de la historia de la humanidad y especialmente de las sociedades modernas. Existen debido a que forman parte de un modelo económico mundial que obliga a que la gente se busque la vida fuera de donde ha nacido. Son una expresión valiente de la determinación individual de superar la adversidad y buscar una vida mejor. 

La actual política migratoria de la Unión Europea tiene como principal objetivo el cierre de fronteras y el bloqueo a la libre circulación de personas. Al mismo tiempo, la falta de alternativas en dichas políticas migratorias obliga a la entrada clandestina al continente y, por tanto, empuja a miles de personas a arriesgar su vida en una frontera o en el mar.  En el año 2019, han perdido la vida más de 1.200 personas en el Mediterráneo. En estas últimas 48 horas, 9 migrantes han fallecido intentando llegar en patera a nuestras costas. Por lo tanto, el control de fronteras no evita que la gente se juegue la vida. Sólo un reparto más justo de la riqueza mundial y políticas enfocadas a la inclusión y convivencia, conllevarán a que las personas no tengan que dejarlo todo atrás para tener un futuro. Lo que necesitamos es que haya vías seguras y legales con las que la gente pueda migrar. La única solución para salir de la pobreza y la desesperación no puede ser el jugarse la vida en el mar.

La vulneración de derechos a las personas migrantes es un ataque a los derechos de la infancia, la juventud, laborales y sociales. Tenemos la oportunidad de que el año 2020 sea el año en el que consigamos que todos y todas los/as niños/as estén protegidos/as, vean cubiertas sus necesidades, se respeten sus derechos, vengan de donde vengan, y tengan un futuro mejor gracias a una educación inclusiva de calidad.  En especial, es urgente asegurar la protección de los chicos y chicas migrantes que llegan a nuestro país, en muchas ocasiones solos; que sean tratados como menores antes que migrantes mediante una correcta política de acogida que les brinde oportunidades de futuro que fueron cercenadas en sus países de origen.

Nuestra sociedad necesita de la participación de toda su ciudadanía en igualdad de derechos y deberes, sea cual sea su procedencia. Cualquier cosa que pueda escribirse sobre las condiciones en las que habitan las personas en los asentamientos chabolistas de Huelva queda alejada de esta sociedad por la que trabajamos. Palabras como inseguridad, insalubridad, exclusión económica y social no podrían reflejar los sentimientos que se despiertan en el interior de uno/a mismo/a al entrar en contacto con esta realidad. Todas las personas necesitamos una vivienda digna y para acceder a ella es muy complicado hacerlo en situaciones de precariedad laboral.

Ante este panorama, los discursos de algunos políticos no solo no ayudan a entender el contexto en el que se desarrollan las migraciones, sino que provocan situaciones violentas que amenazan nuestra convivencia. Estos discursos de odio, que criminalizan a persona migrantes sin fundamento alguno, no son inocentes, sino que pretenden atacar a ciertos grupos de personas y culpabilizarlos de determinados problemas sociales para distraer la atención de sus verdaderas causas, por tanto, de sus verdaderas soluciones. Estos mensajes tienen como víctimas a personas de un determinado origen, etnia, religión, orientación sexual, identidad de género o estatus migratorio, lo que contribuye a generar un clima de intolerancia y discriminación que puede generar un caldo de cultivo en el que se puedan producir situaciones de violencia.

Por lo tanto, las migraciones son un tema muy serio en su dimensión humana y social como para hacer un uso simplista y demagógico del mismo. Generan un motor de desarrollo cultural y económico en los países de acogida. Reivindicar los derechos y el papel de las personas migrantes como parte de la sociedad es apostar por una sociedad inclusiva y por un futuro construido entre todas las personas.

Nuestro esfuerzo va encaminado a la elaboración de propuestas que garanticen los derechos humanos y favorezcan la convivencia. Estamos convencidos de que la interculturalidad y la diversidad son signos de progreso y riqueza de una sociedad que tenemos que construir entra todas y todos. Esa convivencia que llevamos afianzando muchos años es la mejor herramienta que tenemos para hacer frente a los discursos de odio que se empeñan en dividirnos. Tenemos muchas más cosas en común de las que nos separan.

Comparte:
FacebooktwittermailFacebooktwittermail