Este 6 de febrero se conmemora el Día contra la Mutilación Genital Femenina, también conocida como ablación. Una de las personas expertas en el tema es Maria Luisa Grande Gascón, profesora de la Universidad de Jaén, donde imparte asignaturas como ‘Enfermería en la cooperación para el desarrollo’ y ‘Cultura, género y cuidados de salud’, y voluntaria en Jaén Acoge desde principios de los años 90. Maria Luisa ha hablado con nosotros sobre esta práctica y las formas de combatirla.
¿En qué consiste exactamente la mutilación genital femenina y cuál es la base histórica de está práctica?
La mutilación genital femenina es una práctica cultural que se realiza en diferentes países, especialmente africanos, y que consiste en una lesión o mutilación de los órganos sexuales externos de las mujeres. Existen diferentes tipos, ya que puede extirparse sólo el clítoris o también los labios menores y mayores. A veces se intenta vincular esta práctica a la religión, pero la realidad es que ninguna creencia religiosa, dentro de sus preceptos, prescribe la mutilación genital femenina. De hecho, hay países islámicos que la practican y otros que no. Igualmente, existen comunidades cristianas coptas en Etiopía en las que sí se lleva a cabo esta práctica. Por lo tanto, una de las primeras cosas que hay que desmitificar es la vinculación con la religión, especialmente con la islámica, ya que no tiene nada que ver.
Por otro lado, el origen histórico no se conoce con exactitud, y se remonta bastantes siglos atrás. No hay una explicación clara de por qué en un momento determinado a las mujeres se les empezó a realizar esta práctica. En algunos casos parece que está ligada a sociedades nómadas, con la idea de que los hombres pudieran preservar la fidelidad de las mujeres cuando ellos estaban fuera, pero son sólo teorías, ya que no se sabe a ciencia cierta en qué momento apareció ni la motivación cultural en la cual se fundamentó originalmente.
Normalmente son las familias las encargadas de preservar esta «tradición». ¿Qué les empuja a seguir practicándola aún sabiendo el dolor que produce y los terribles efectos secundarios que se derivan de ella?
Partimos de la base de que las mujeres son víctimas, en ningún momento culpables. A fin de cuentas, tanto las mujeres como los hombres han sido socializados en un contexto cultural determinado y, cuando deciden llevar a cabo la mutilació,n es porque piensan en el bienestar de la hija. Ellos pretenden que tengan mas posibilidades de casarse y estén plenamente integradas en la sociedad. Tenemos que tener en cuenta que las familias que no realizan esta práctica son discriminadas dentro de la comunidad, y al ser estructuras tan tradicionales, para ellos es de vital importancia esta integración. Por eso, cuando se pone en marcha cualquier tipo de intervención, lo primero que se recomienda es abordar a la comunidad en su conjunto, y no sólo a la familia. Es la comunidad la que puede decidir en un momento determinado erradicar la práctica, y así se evita que una familia concreta pueda ser discriminada. De todas formas, como antes apuntaba, en ningún caso podemos pensar que las mujeres o las familias están buscando un daño a sus hijas, ya que consideran que es algo bueno para ellas.
Igualmente, los problemas de salud derivados de la mutilación genital no son relacionados por las mujeres con la propia práctica. A veces las mujeres nos comentan problemas como infecciones crónicas del aparato reproductor o urinario y no piensan que puedan estar relacionadas con la ablación. Por eso, una de nuestras líneas de trabajo es concienciar a las mujeres de que esos problemas que tienen como adultas son consecuencia de lo que les hicieron siendo niñas.
Y siendo un fenómeno tan arraigado en estas comunidades, ¿qué estrategias se utilizan para conseguir un cambio en algo que para ellos es fundamental?
Normalmente se apoya a asociaciones locales de mujeres que están trabajando en las comunidades. En España existen muchas ONGs de cooperación para el desarrollo que trabajan esta problemática en países africanos, y no intervienen de forma directa, sino a través de estas asociaciones de mujeres que luchan contra la mutilación genital femenina. Son ellas las que mejor llegan porque entienden su cultura y pueden relacionarse mejor. Se trabaja en dos ámbitos principalmente: por una parte dentro del ámbito de la salud, sensibilizando respecto a las secuelas que les quedan a las mujeres sometidas a esta práctica, y por otra parte en un sentido más amplio: la vulneración de los derechos de la mujer. A fin de cuentas, estamos hablando de una forma más de violencia de género.
¿Existe constancia de casos que se hayan dado en España, o por el contrario es una práctica que sólo se da en los países de origen?
En España no se ha detectado ningún caso que se haya llegado a realizar, al menos de forma oficial. Lo que sí es cierto es que a veces, las familias de estos países residentes en España aprovechan un viaje al país de origen con el objeto de practicar allí la mutilación. Por eso, el trabajo que se hace desde aquí tiene una doble vertiente: por un lado tratar a las mujeres que ya la han sufrido y que padecen las secuelas, y por otra parte prevenir y evitar nuevos casos.
¿Cuáles son los datos que existen sobre el número de niñas y adolescentes que han sido mutiladas?
La Organización Mundial de la Salud calcula que son unos 130 millones de mujeres en total, y cada año esta cifra aumenta con entre 2 y 3 millones de nuevos casos. Por supuesto, hablamos de cifras estimativas, ya que, aunque en la mayor parte de los países existen leyes que prohíben específicamente la mutilación genital femenina, aún se sigue realizando de manera clandestina, y no se sabe con certeza cuál es el número de mujeres del que estamos hablando.
¿Qué es lo que puede hacer un ciudadano o ciudadana de a pie, de un país del primer mundo, para luchar contra esta práctica?
La mejor forma de colaborar es a través de las organizaciones que trabajan esta cuestión, ya sean de cooperación para el desarrollo o aquéllas que trabajan con poblacion inmigrante. No se trata sólo de llevar a cabo acciones en aquellos países, sino también de trabajar aquí, con los colectivos de inmigrantes de esa procedencia.
¿Qué protocolos existen para detectar y prevenir los casos de riesgo?
En algunas comunidades autónomas existen protocolos específicos de lucha contra la mutilación genital femenina. Uno de los pioneros es el desarrollado por la Generalitat catalana. En algunos casos se ha llegado a retirar la custodia a los padres de niñas que se suponia que estaban en situaciones de riesgo, especialmente ante posibles viajes a los países de origen que tuviesen como objetivo llevar a cabo esta práctica. Los que mejor pueden detectar los casos de riesgo son, por una parte, los profesionales del sector sanitario, y por otro lado, los profesionales del ámbito educativo, ya que pueden tener un contacto directo con la niña y con las familias. Por supuesto, los Servicios Sociales Comunitarios y las propias asociaciones que trabajan con población inmigrante también son fundamentales a la hora de detectar casos de riesgo y de prevenir y sensibilizar sobre futuros casos.
Hablamos por una parte de prevención, pero ¿qué actuaciones se realizan con las mujeres y niñas que ya han sufrido esta práctica?
Primordialmente con atención médica a los problemas de salud que presenten. En algunos lugares de España se lleva a cabo una reconstrucción de la zona lesionada. En Cataluña, dentro del sistema sanitario público, aquellas mujeres que así lo desean pueden someterse a una intervención de cirugia plástica para paliar el daño producido. En el caso de las mujeres embarazadas, en muchas ocasiones hay que practicar una cesárea, por lo que también precisarán una vigilancia especial.
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