El actual modo de producción y consumo en las denominadas sociedades capitalistas desarrolladas está provocando un agotamiento de los recursos naturales y está ocasionando un claro deterioro del medio ambiente, cuyo efecto más palpable es el calentamiento de nuestro planeta y las cada vez más graves consecuencias que estamos sufriendo en distintas partes del mundo.
Producir y consumir más es la base que sustenta nuestro modelo de sociedad rica y desarrollada. Cuantos más productos se fabriquen y consumamos, aumentan los beneficios de las empresas y de las entidades financieras a las que pedimos créditos para sostener nuestro modo de vida; de esa manera, gastamos por encima de nuestras posibilidades reales y hacemos funcionar el sistema.
Mientras esto ocurre, los gobiernos de las sociedades desarrolladas tranquilizan sus conciencias y a sus ciudadanos, firmando acuerdos internacionales por los que se comprometen a reducir la emisión de gases contaminantes a la atmósfera y prometen ayudar al desarrollo de los países empobrecidos por la rapiña de los intereses de las grandes multinacionales de los mismos países firmantes o por guerras que también provocan grandes beneficios a los fabricantes de armas.
Las empresas por su parte siguen generando cada vez más beneficios en sus cuentas de resultados, muchas veces a costa de reducir inversiones en seguridad, en protección del medio ambiente o en respeto a las normas urbanísticas, aunque también firman compromisos y asumen los denominados criterios de Responsabilidad Social Empresarial.
Los ciudadanos también nos lamentamos de las catástrofes naturales, de las guerras que se producen por la conquista de los recursos naturales y tratamos de asumir pautas de cierta racionalidad a la hora de tirar nuestras basuras domésticas, o incluso hacemos esfuerzos por ahorrar agua y energía.
En las sociedades ricas y desarrolladas, se habla cada vez más de la protección del medio ambiente y del consumo sostenible, pero la contaminación es cada vez mayor, el consumo y la producción más insostenible y la desigualdad con los países empobrecidos sigue creciendo. Luego nos lamentamos que decenas de miles de ciudadanos de dichos países quieran llegar a Europa cada año, huyendo de guerras o para no morir de hambre.
Para lograr un modelo de sociedad distinta y más junta y solidaria, es necesario defender un sistema de producción y consumo sostenible que supone mucho más que cambiar un producto perjudicial para el medio ambiente o para los humanos por otro más respetuoso, o seleccionar los residuos urbanos en nuestros hogares. Implica ante todo asumir que o cambian las cosas de verdad, o de lo contrario estamos abocados al desastre anunciado.
Facua
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