Nuevamente y tras la pausa estival nos encontramos en este pequeño rincón llamado Bantabah con la finalidad de seguir conociendo, pensando y reflexionando sobre el fenómeno migratorio.

Aprendiendo un poquito más de esa lengua, que convive con nostros y denominada bambara, queremos hacernos la siguiente pregunta. To ne cé ba? ‘ ¿Por qué vienen esas personas?’. Contestar a esta pregunta es tarea que nos puede llevar a escribir varias páginas, o a formular distintas hipótesis que pueden ser regutadas con el tiempo. El tiempo, ese espacio invisible que nos acompañó, acompaña y acompañará, que nos guataría que fuera el punto de partida de nuestra respuesta.

Ahora que tan de moda están las series de televisión que nos traslada a los últimos años de la dictadura; o aquéllas que nos llevan al nacimiento de la década de los 80, marcada por intentos de golpes de estado y cerre de empresas; quisiéramos desde esta columna seguir con la moda y remontarnos a la Alemania de los años 60.

Allí nos encontramos en un café con Erika y Bernad charlando tranquilamente: «-¿Por qué vendrán tantos españoles? -Pues yo creo que debe ser por el buen clima que tenemos aquí. -No Bernad, no pienso que sea ése el motivo. Quizá, lo pudiéramos atraibuir a que en España hay una dictadura, la situación económica de ese país no es muy buena y muchos vienen buscando una oportunidad que allí se les niega. -Ah, pues probablemente ésa sea una causa. -Erika, en nuestra charla de hoy, me estoy dando cuenta de que muchos vienen solos. ¿Debe ser duro dejar atrás a la madre, a la esposa y a los hijos? -Supongo que sí. -Y encima, el trabajo que están realizando; quitando la nieve de las carreteras, cosiendo doscientos pantalones en ocho horas. -Pues sí, creo que no debe ser nada fácil». Tras unos minutos publicitarios donde recibimos mensajes como «la ineficacia de la Ley de Extranjería», se vuelve al año 2004 para intentar explicarles, el motivo por el cual, en el día de hoy llegan inmigrantes a nuestra provincia.

Por un lado nos encontramos con el auge de la agricultra intensiva onubense que exige cada vez más, una mayor presencia de trabajadores extranjeros; ya que los ciudadanos españoles reniegan de realizar faenas agrícolas alegando el bajo salario percibido, así como el escaso prestigio social que acompaña al campo, afirmndo los siguientes comentarios: «Yo no trabajo en el campo. Eso que lo hagan las polacas y los moros».

Al referirnos a la nacionalidad de procedencia de estos inmigrantes nos encontramos con un amplio abanico de países que oscila desde Polonia hasta Ecuador, pasando por Mali y Marruecos entre otros. El turismo, además de ser un gran invento es una fuente que demanda trabajadores. Si nos hubiéramos paseado por los bares y restaurantes de nuestros pueblos costeros durante los meses veraniegos, hubiéramos observado un elevado número de latinoamericanos atendiendo los pedidos de las mesas.

Si llamáramos a la puerta de una vivienda donde estuviera trabajando una empleada de hogar, en más de un 90% nos atendería una mujer inmigrante. Su trabajo diario sería el de atender las necesidades de la casa, así como de cuidar a nuestros mayores. Pero no queremos terminar este artículo con la visión funcionalista de inmigración igual a trabajo. El fenómeno migrarotio es algo más que un simple aporte laboral. La inmigración ofrece cultura, da riqueza y debe estar encajada dentro de nuestra estructura social.

Javier Pérez Cepero (Huelva Acoge)

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